El susurro del viento
promovía mis pasos,
sus resplandecientes alas,
desplegadas frente a mí,
cegaban la ilusión peregrina.
La caducidad del tiempo
suscribía la orilla del viaje,
esa búsqueda afanosa, latía
permutada en sereno hallazgo
que me acercaba a mi ángel.
Cruzamos miradas y sonrisas,
de él brotaban palabras
primaverales y eternas,
fue tejiéndolas con gracia,
repatriándome en poema.
Nívea pluma en vez de manos,
tinta que riega sus venas,
él escribe sobre el cielo,
mientras -a través del sol-
yo me abrazo a su existencia.
(Dedicado al poeta colombiano Jeison Villalba)
Chiqui Abreu
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