A la princesa del cuento
no le gustan las coronas,
ya que por culpa de una,
ella se quedó pelona.
Se le enredaba en los rizos,
y cuando se iba a acostar,
no quedaba más remedio
que empezarlos a cortar.
Iban cayendo -uno a uno-
como gotas de ilusión.
La peluquera malvada,
no les tuvo compasión.
Pero al cabo de tres días
de llorar y no comer,
la miraban preocupados:
¡Algo debemos hacer!
Le regalaron un perro
saltarín y juguetón,
ella lo llamaba “Rizo”,
con un tonito dulzón.
Los reyes y los criados
volvieron a sonreír,
porque ya la princesita,
dejaría de sufrir.
Pasaron algunos años
-ya no un perro- sino dos,
la llenaron de “Ricitos”
Y este cuento... ¡Se acabó!
Chiqui Abreu
Copyright © 2.009
Derechos Reservados
no le gustan las coronas,
ya que por culpa de una,
ella se quedó pelona.
Se le enredaba en los rizos,
y cuando se iba a acostar,
no quedaba más remedio
que empezarlos a cortar.
Iban cayendo -uno a uno-
como gotas de ilusión.
La peluquera malvada,
no les tuvo compasión.
Pero al cabo de tres días
de llorar y no comer,
la miraban preocupados:
¡Algo debemos hacer!
Le regalaron un perro
saltarín y juguetón,
ella lo llamaba “Rizo”,
con un tonito dulzón.
Los reyes y los criados
volvieron a sonreír,
porque ya la princesita,
dejaría de sufrir.
Pasaron algunos años
-ya no un perro- sino dos,
la llenaron de “Ricitos”
Y este cuento... ¡Se acabó!
Chiqui Abreu
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2 comentarios:
Sé que soy redundante en mis afirmaciones, pero eres realmente una dulce.
Qué ternura que tienen estos rizos de princesa. Me encantaron.
Cariños y cuidado con tus rizos.
Muchas gracias Daniel, nada refresca más el espíritu que la inocencia de los niños, a veces hay que llevar de paseo a la Dulce "Chiquitica" que llevo dentro.
Tus palabras, lejos de ser redundantes, se traducen en mutuo cariño.
Besotes rizados,
Chiqui.-
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