Pertenezco a un mundo
donde despertar no es un verbo,
ni las sílabas del día son dos,
ni es tan grave su paso.
Es contemplar la noche, desde mi azotea,
en la melodía de un delfín con sombra gris;
es rayo de luz, desde mi balcón a tu ventana,
suspiro y calidez en un eterno abril.
Es como viajar con la maleta de ilusiones
en la eterna búsqueda de los paraísos perdidos,
descubrir mi otro yo en diecisiete sílabas
cabalgando silencios repletos de sentidos.
Es beber en el melancólico bar de un coloso
que embriaga versos con poemas en rebajas,
en el que un duende se escapa del desván
y nos cautiva con su palabrafernalia.
Es un recorrido, en ancas de la razón,
del alma pura, contraria al dictador;
un viento formado por la duna al desnudo
que funde la elegencia en soneto de amor.
Un mundo de pasiones perfumadas,
manzanas, cerezas, vino tinto y anhelos;
el delicioso calor del patio de los cangrejos
donde un relato me mece y alzo vuelo.
Hay puentes de palabras sobre ríos de sueños
con gotas que hacen charcos de tinta entre los dedos,
una casa preciosa donde vuelvo a ser niña
y la abuela frescotona nos baña de recuerdos.
Pertenezco a un mundo de poesías
donde hacemos el amor a las palabras,
convertimos la amistad en sinfonía
y familia es sinónimo de patria.
(Para ustedes, con el alma!)
Chiqui Abreu
© Todos los Derechos Reservados