El humo castiga un viento
de esferas quebradas al vacío.
Vuelves a posar tus dedos
en el filo del desconcierto,
susurrante himno de agujas
que exhuma los temores.
Andadera de ilusas sinfonías,
sigue arrastrando la fe,
bébete el zumo del tiempo
sin bordarle días a los huecos.
Evita el golpe tóxico del ayer
y siembra ventanas al horizonte,
cabalga ausencias con tus ojos
en el orgasmo fingido del ocaso,
no mastiques los verbos apagados
sin vestir el calor en el intento.
Píntale dedos al camino
de tus anclajes vaporosos,
sólo así los dientes de la puerta
dejarán de morderte los tobillos.
Chiqui Abreu
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