Caracas - Venezuela (Marzo 2014)
Hasta el ejemplo a seguir se ha borrado de las calles de mi ciudad marchita, la desolación no sólo alcanzó los anaqueles, se ha sembrado en la piel de quienes tememos que no haya un mañana.
Caracas abre los ojos muy temprano, con su olor a café y a esperanza, montones de vidas tras una raya amarilla que transforma la decencia en avalancha. El plomo viene en dos ruedas y nos escupe en la cara. Hay serpientes acostadas en cada esquina, largas e inmóviles, que anuncian horas vacías de ilusiones racionadas.
Cada paso es una hazaña, sombras que acechan tesoros sudados por otras almas. Cada quien ve su destino sin quitarle la mirada, hay quien busca sus corotos para armar la barricada, está el que solo se asoma con su ollita ya gastada, también el que se persigna pa' que no le pase nada, el rojo que ya no cree, el que ya a nada le para, el que piensa que hay salida, el que va con su pancarta, el que se pone capucha, al que el gas no le hace nada, el que llora por las noches y el que sueña en su montaña, aquel nacimiento urbano, donde no hay reyes ni nada, donde "El Niño" es un malandro que vive en su misma cuadra, donde el agua sólo llueve para mojarle la rabia, donde la canción de cuna es el coro de las balas y su insomnio se hace eterno y el sol besa su ventana.
No es tan fácil escapar de lo que vivimos, el amarillo de nuestras riquezas se acaba, al azul de las ideas lo hicieron blanco de balas y los rojos -ya sin sangre- nos miran como si nada.
Así se acaba otro día, otro mes, libertad encarcelada tras las rejas de un gobierno que nos pasa por encima, pero al que le falta mucho para aplastar nuestras ganas!
No te rindas ni te canses, porque siempre habrá un mañana!
Chiqui Abreu
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